Estos días que estamos viviendo, un poco borrachos de tanta irreal realidad, deberían impulsar que conceptos como “humanidad, comunidad e inteligencia colectiva” cobraran una especial dimensión, una dimensión en la que no tuvieran cabida los egos individuales, las posturas egoístas de “sálvese quien pueda”, los discutibles discursos que propugnan la desigualdad escudándose, de forma clara o velada, en las diferencias de raza, de sexo, de clase, de ingresos…
Estos días son el momento perfecto para reflexionar sobre nuestro verdadero valor como componentes vitales de un ente superior, un organismo sublime que se hace más fuerte conforme se le suman nuevas voluntades. Que se alimenta de la diversidad, que se pone a prueba ante la adversidad, que es uno y un millar, y que va a conseguir que conquistemos espacios a los que nunca habríamos podido llegar en solitario.
Estos días tendrían que despertar nuestra consciencia, nuestro más sincero sentido de humildad… nuestro orgullo de pertenencia a la comunidad, el sentimiento compartido de que nuestras necesidades colectivas están siendo atendidas bajo un compromiso cooperativo que está velando por todos sus integrantes.
En Exeo trabajamos cada día por la sublimación práctica de la inteligencia colectiva, del trabajo en equipo y de la aplicación real de metodologías participativas en nuestras empresas, por conseguir organizaciones más humanas y humanistas. Y estos valores nunca habían cobrado más sentido que ahora.
No lo olvidemos cuando hayamos vencido a la pandemia. Tenemos la obligación de conservar la memoria colectiva. De combatir la amnesia que parece conquistarnos después de la tormenta.
Nosotros no queremos olvidar ¿y vosotros?